Esta mañana un hombre murió. Iba en una moto placa DIN. Se lo llevó por delante un camión. Armó un trancón en la calle 127.
¿Cómo habrían sido sus últimas 24 horas? ¿sus últimas 48 o 72 horas? Te contaré las mías.
Hace 72 horas renuncié a un contrato laboral indefinido con un sueldo que en Colombia dirían que es “muy bueno” para mi cargo. 6 años en una empresa a la que llegué como Community Manager y terminé como Gerente de Mercadeo Digital. Si esto fuese una película ahora vendría la retrospectiva: vendimos millones, crecimos como gigantes y la pasamos en grande (puedes insertar aquí cualquier escena festiva de El Lobo de Wall Street para que tengas una idea cercana de nuestra felicidad).
Hasta logré el teletrabajo, el cáliz sagrado laboral, ir a la oficina solo 3 días a la semana. Realmente nos quisimos mucho esa empresa y yo. Fueron buenos tiempos, pero los buenos tiempos se acaban.
¿Los motivos? Simple axioma: no se pueden tener responsabilidades sin tener el poder para cumplirlas, no puedes tener el poder sin responsabilidades. Yo, como el 99% de los mortales, formé parte del primer grupo. Seguramente el hombre de la moto con placa DIN también.
Hoy también es domingo y escucho Terrenal de Dermis Tatú.