De pequeña amaba los domingos. Mi mamá me buscaba en el internado y me llevaba a comer helados. Siempre quise decirle que no hacía falta que me llevara de regreso, que me escondería en su bolsillo.

De pequeña odiaba los domingos. Mi mamá me llevaba de la mano al internado.

Luego crecí y amé y odié los domingos por razones más triviales.

Cuando busqué un nombre para este blog el domingo apareció a la primera porque es el día en el que siempre fui más humana, más emocional, más yo. Si hay un día con personalidad, ese es el domingo.

Hoy también es domingo y escucho un documental de Sor Juana de la Cruz.