A mí la edad me hizo emprendedora, me hizo reinventarme. Ese sencillo ejercicio de verme en 5 o 10 años y descubrir que no era en una oficina de 8 a 5, ni en un trancón dos horas diarias, ni esperando la próxima reunión de la directiva para presentar un informe, como quería verme. Y por supuesto, no sin mis perros mirándome desde el sillón.

Siempre he creído que el mundo laboral no está hecho para las mujeres profesionales después de los 40, a esa edad hay algo en la balanza que cambia.

Hay menos empleos disponibles para ti y todas las empresas lo saben. Eso les hace pensar que tienen una ventaja.

Y tú, más o menos a esa edad desarrollas un olfato increíble para saber lo que quieres y cómo conseguirlo.

Es una combinación muy difícil, y el juego lo gana quien haga la apuesta primero.

Entendí los motivos, mis motivos

No fue el dinero. Fue la necesidad de tener el control. De decidir con quién, cómo y por qué trabajar. Eso, sin el temor de que te despidan, sin tener que negociarlo. Porque ellos saben que estás llegando a los 40, lo que no saben es que estás preparada para tomar las riendas. Yo entendí mis motivos. Abracé mis motivos.

No asumí ningún riesgo como emprendedora

Desde hace muchos años venía haciendo pinitos de freelance como consultora digital en varias marcas pero a partir de los 34 años comencé a sistematizar todo el proceso y abrirme camino como emprendedora. En mi primer día 100% independiente tenía tanto trabajo como en los últimos 3 años. No hubo ninguna diferencia. Mi recomendación siempre es: si no quieres riesgos, trabaja el doble y esto es literal.

Me comprometí al 100%

Parte de ese compromiso fue amar lo que hago. Y parte de amar lo que hago es conocer profundamente cómo hacerlo.

No concibo un emprendimiento sin disciplina, sin orden, sin carácter, sin procesos, sin saber que a la meta se llega por un camino. Por eso escribo este blog, a modo de miga de pan por este maravilloso recorrido.

Hoy también es domingo y escucho a Minyu Kim ganar el Next in Fashion.